Lectura

Mia

 

Después de estar un rato con Milo haciendo ejercicios de respiración me dormí, cuando me desperté no andaba en la sala de mi departamento, me encontraba en un pueblo amurallado justo en frente de una casa en la que se encontraba una pareja joven con un bebé.

 

– No lo podemos tener, somos muy pobres y tenerlo nos acarrearía muchos más problemas – le dijo la chica al joven que se encontraba a su lado.

 

– ¡Pero es nuestro hijo! – reclamaba el joven muy inconforme.

 

De repente se me nubló la vista y cuando la logré recuperar estaba en otro sitio, esta vez estaba la joven que vi en la casa, en esta ocasión llevaba cargada una cesta e iba vestida muy tapada, como si no quisiera que se dieran cuenta de quién era ella.

 

De repente vi como la mujer dejaba la cesta frente a una puerta de madera, esta lucía vieja y gastada.

 

La chica antes de irse tocó la puerta y salió corriendo, vi salir a una señora que iba vestida con ropas viejas de sirvienta, quien tomó la cesta y entró.

 

– Milo no corras te puedes caer – decía una chica persiguiendo a un bebé que apenas sabía caminar.

 

Viendo todas estas escenas me di cuenta de que estaba viendo la vida del chico de pelo azul que me acompañaba en mi apartamento.

 

En esa misma escena vi como el pequeño bebé chocaba contra un señor y caía al piso, detallando a ese señor me di cuenta de que era mi padre, en este tiempo lucía mucho más joven.

 

– disculpe señor ¿en qué le puedo ayudar? – preguntó la chica que andaba pendiente del pequeño Milo. 

 

– quiero lista la cena en 5 minutos – dijo mi padre algo serio mientras veía al bebé que está intentando ponerse de pie después de haberse chocado. 

 

– sí señor – respondió la chica tomando a Milo y dejándolo en una cesta que hacía las veces de cuna. 

 

– señor ya está a punto de nacer – le decía alguien a mi padre que se encontraba viendo algo desde lo que parecía ser una sala de reuniones, en eso se abrió la puerta por ella se asomó Milo, cuando mi padre se dio cuenta de que él estaba ahí lo hizo pasar.

 

– ya nació – le dijo una de las sirvientas a mi padre mientras se escuchaba el llanto de un bebé.

 

Por mí pasaron eventos como la promesa que hizo Milo de cuidarme, pasando por el destierro de mi padre, la huida de Milo y los rebeldes de la ciudad hasta el día que me conoció.

 

Diario de una semidiosa

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